Hay dos piedras en la nevera.
“Son patatas”, me explicas.
Insisto en ver piedras.
Hinco el diente, cauteloso.
Efectivamente, las rocas saben a patata.
A todos los que os encontréis en tierra de nadie, bienvenidos al Área de Descanso.Un lugar ideado para parar, respirar hondo y tomar aliento para proseguir el viaje.Porque la vida sigue, a pesar de todo.
Piel mapa guía universo vértigo
la huida en las huellas:
tres dedos bajo mi vientre
ombligo custodio
de todos los misterios
estampa dúctil
de tacto ávido
deseo incierto
despojado de certidumbres
quién necesita certezas
en las noches de luna
espía de perfil indiscreto
sombra de estrellas
en el alféizar
cuerpos desnudos
vestidos de penumbra
susurros torpes
de niños que se buscan
no hay sábanas
en las que escurrir el sudor
instinto impúdico
de bocas selladas
animales sedientos
de secretos malditos
Este poema se lo escribí a mi madre. La acuarela la hizo mi padre. Se lo enmarcamos y fue el regalo de cumpleaños de aquel año. Ahora está colgado en mi habitación de la casa de Denia. Lo he estado viendo todo el verano y pensando en vosotras. Creo que es el momento. La canción, en mi línea, ya sabéis.
Se os espera.