En vísperas del Día del Libro no me resisto a reseñar este libro:
Firmin nace, por casualidad ¿o predeterminación?, en el sótano de una librería, entre las hojas hechas confeti de un libro (
Finnegans Wake, de Joyce, parece ser, aunque es especulación), junto a otros doce hermanos de camada. Ya desde su alumbramiento algo le distingue. “
Yo fui el único que nació con los ojos abiertos”, dice. Es más pequeño que sus hermanos y, para sobrevivir, empieza a alimentarse con los trozos hechos añicos de letra impresa. Su curiosidad voraz y el hambre de emociones le llevan a emprender la aventura de adentrarse en la librería. Allí conocerá el placer de la literatura y descubrirá la atracción y fascinación por los seres humanos, el amor no correspondido y el valor de la amistad, y que
“las grandes intimidades traen gigantescos alejamientos”. Tratará de comunicarse, sin mucho éxito, con el librero Norman y se hará amigo de Jerry Magoon, un escritor de ciencia ficción fracasado. Entre sus hilarantes y tiernos intentos de establecer comunicación con los humanos, su mayor esfuerzo es el de aprender los signos del lenguaje para sordos e intentar reproducirlos a través de posturas para hacerse entender. Pero las limitaciones de su cuerpecillo ratuno únicamente le permiten decir: “adiós cremallera”. La imposibilidad de comunicarse plenamente y su aguda lucidez le llevarán a sentir una profunda soledad. Firmin escribe mentalmente la historia de su vida y toca el piano, se escapa al cine y sueña con Ginger Rogers. Es curioso e histriónico, a veces valiente y a veces miedoso. Es, parafraseando al poeta en versión libre,
conmovedoramente humano.
"Nunca he tenido mucha valentía física, ni de ninguna otra clase, y siempre me ha costado mucho trabajo afrontar la vacua estupidez de una vida corriente, sin relato, de modo que muy pronto di en confortarme con la ridícula idea de que poseía un Destino. Y comencé a viajar, en el espacio y en el tiempo, por medio de los libros, buscándolo."
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(Jerry) "no tenía ni la menor idea de cuál podía ser mi verdadero carácter, ni se le pasaba por la cabeza la verdad, es decir, que yo era más bien cínico, moderadamente vicioso y un genio de la melancolía, o que había leído más libros que él. Quería mucho a Jerry, pero también me temía que no era a mí a quien él devolvía su amor, sino a un invento de su imaginación. Y en el fondo de mi corazón, aunque pretendiera creer otra cosa, me constaba que durante las veladas que pasábamos juntos, bebiendo y charlando, lo único que hacía Jerry era hablar consigo mismo. "
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"La diferencia entre ponerse una máscara, que siempre es ocasión de libertad, y que le obliguen a uno a ponérsela, es la misma que hay entre refugio y cárcel."
FIRMIN es la primera novela de su autor, Sam Savage que, según reza en la solapa, es doctor en Filosofía por la Universidad de Yale, donde fue profesor. “También ha sido mecánico de bicicletas, carpintero, pescador y tipógrafo”. En la foto tiene pinta de viejo loco, canoso, con barba y pelo largo. Un hippi trasnochado, un vagabundo, un tipo quijotesco. Yo me imagino así a Jerry Magoon.
La edición española (y ya van diez), es de Seix Barral. Y hay dos detalles que hacen el libro aún más delicioso: la estupenda traducción de Ramón Buenaventura que, sin duda, aporta el tono que hace de esta novela una pequeña joya. Y las ilustraciones de Fernando Krahn que hacen de Firmin un ser ciertamente especial y, por qué no, uno de esos amigos literarios difíciles de olvidar.